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miércoles, 16 de febrero de 2011

Queriendo un perro. Juan Carlos Salazar


Querer un perro es establecer que puedo correr por una larga llanura de emociones, encontrar que la mirada es muy importante, que los instintos pueden controlarse o no, que se puede establecer un limite entre la agresividad y el cariño.

Querer un perro es establecer que la vida puede ser tranquila y emocionalmente activa. porque eso exige un perro, mirar, olfatear, cuidar el territorio, marcar y hacerse querer.
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Porque queriendo un perro, porque a través de lo que vivenciamos cada día con ellos, nos podemos sorprender en lo que han establecido con su compañía en los rincones de la casa, en los paseos matutinos y nocturnos, en que siempre están atentos a cuidar o establecer una respuesta emocional de alegría.

Por que queriendo un perro, se puede establecer que la mano puede ser suave o dura al sentir al otro. porque hay siempre un limite de respeto y no de agresión. Porque siempre se puede tener la esperanza de que alguien al llegar a casa te está esperando.

el querer un perro implica una dimensión de comprensión de un amor especial, como un buen equipo de trabajo entre la emoción y la razón. el perro te lleva a conocer a más personas porque incita las miradas para opinar.

porque queriendo un perro se puede aprender que cuando se esta enfermo, no hay preguntas, ni criticas, ni comentarios, simplemente hay actos de amor.

Cuando creamos el equipo de Con-tacto nos dimos cuenta que podíamos extender las manos a través de la piel de los perros, ser felices a través del movimiento placentero de sus colas, cuando pudimos ver las respuestas silenciosas de otros humanos igual que nosotros, y que llevan a un acto sublime que se llama comprensión del Otro como ser importante para la vida, no importa su condición.

porque queriendo a un perro podemos desmitificar los miedos y confrontarlos al sentirnos bien acompañados por un guardían, porque decimos afectuosamente que tanto los cuidamos, mimamos, nos importa y respetamos.

Un perro es un ser colocado en el universo por la mano de un Dios, para que sea un compañero inseparable de emociones y sentimientos. cuando miras un perro a los ojos ves una verdad fuerza, ternura o tristeza y sumisión.

Queriendo un perro se puede aprender que las manos son uno de los elementos importantes de la comunicación.

Cuando veo un perro compartir mi trabajo, ese equipo que hacemos los dos, puedo sentir que no hay necesidad de hablar que el con su forma, color, textura de la piel, pelaje y manera de mirar se roba las emociones de los demás, hasta el punto de hacerles enamorar, preguntar y evocar sus recuerdos... y siempre hablan de un perro, de sus perros compañeros de la vida.

Un perro no dice mentiras, ni se vanagloria de lo que es o lo que ha estudiado, sabe medir las distancias, direcciona lo que quiere en mimos para él, busca expresar sus sentimientos con pequeños actos que para nosotros parecen majestuosos, y nos derrite cuando ponen una mirada tierna y gacha.

un perro puede ser un fiel compañero, un gran guía en el trabajo, un gran protector, por eso se ha ganado el título de amigo fiel.

Queriendo un perro puedes entender que a veces el mundo humano es complejo a pesar de la simpleza en la que vive el ser humano, y que siempre está, ahí, compañero inseparable de millones de años, desde el mismo momento en que astutamente actúo para seducir al humano de que por comida, por un pedazo de comida, el podía cuidarnos por siempre.

gracias a los perros he podido construir una maravilla de pensamientos, gracias a los humanos que quieren a los perros, he podido ver la belleza del humano, gracias a los perros he podido ver como algunas familias se integran, gracias a los perros he podido ver pacientes realizar actos maravillosos y sutiles, gracias a un perro he podido disfrutar de un buena compañía.

gracias a los perros por estar aquí... en éste bello planeta azul.

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