Buscar este blog

lunes, 21 de febrero de 2011

LA SONRISA DE ALEJO


LA SONRISA DE ALEJO…

Juan Carlos Salazar Jiménez. Psi.

.

Son las 9:00 AM, la unidad de oncología pediátrica esta ocupada por un solo habitante. Ha llegado a las 7:00 AM. Lo han traído temprano por que su papá, tuvo turno en la noche, debe ir a dormir para volver nuevamente a trasnochar. Es un hombre que cuida la ciudad y los ciudadanos, su oficio, policía.

El televisor resuena con un programa infantil, y tonadas vienen y van repitiendo las canciones que enseñan. Alejo, un pequeño de 4 años esta sentado en la silla reclinable, esperando que la enfermera le pase el medicamento quimioterápico correspondiente. Solo, a veces en la vida, hay pequeños que por diversas circunstancias deben aprender a estar solos. Este es el caso del personaje en mención. Pero nada le detiene, ha aprendido paulatinamente que debe soportar el dolor cuando intentan canalizar la vena, entiende que a veces su papá le puede acompañar y otras no. Ha comprendido que lo que tiene puede en algún momento volver a reincidir. Ha sentido que el amor y la risa son fuentes de inspiración para vivir.

Van llegando uno a uno, los demás habitantes del sitio. Otros niños y niñas que tienen cáncer, enfermedad que corroe la mente y estigmatiza el concepto de muerte. A veces, nuestras marcas determinan quien si y quien no, quien puede vivir y quien debe morir. Alejo ha aprendido que esta dispuesto a vivir y sentir, soñar y reír… por que eso hace cuando espera pacientemente que le digan, ya has terminado, vamos a esperar que vengan por ti, para que regreses de nuevo a casa…

Su historia tiene infinidad de sucesos, ha vivido más situaciones en la vida que muchos ciudadanos colombianos. Ha pasado desde la separación total de la familia, hasta no saber dónde y con quien va a vivir… y ahora, lo último, saber que tiene una enfermedad que para muchos es muerte en vida… y para otros, pocos quizás, es aprender a vivir y construir una nueva vida. Alejo, tiene según el médico oncólogo muchas posibilidades… de hecho, ya está en los últimos ciclos de medicamentos, pronto pasará a mantenimiento…

Quien es Alejo. Un cabeza rapada y brillante de 4 años, con dientes de leche perfectos… una sonrisa esplendorosa y una voz intensa que hace que el mundo vibre a sus pies… canta la rana y rin rin renacuajo… los pollitos y la mariposa que entra a la cocina y pide comida… No estudiaba, esta lejos de su padre y vivía en unas condiciones un poco difíciles, tal como lo hacen miles de niños (as) colombianos. Entre bambalinas y telones mostrando la realidad de este conmocionado país.

Solo la televisión lo detiene a mirar. Muy intensamente mira los dibujos animados que expresan poder, se sabe los nombres de los programas y canta a voz abierta que su papá… lo quiere mucho. Pero Alejo esta ahí, deduciendo lentamente su vida, esperando una esperanza que detenida está. Viendo que otros pueden estar acompañados con sus padres… a él, no, le tocó diferente pero él sabe que todos somos diferentes… a ratos es difícil comprender que el cáncer madura rápidamente a las personas, les hace crecer mentalmente más, y ven la vida con otros ojos… la visión de la vida en toda su dimensión. Por eso disfruta de un tarro de galletas como de una tambora al sonar. Pero lo que más disfruta es cuando un ser de cuatro patas, se acuesta al lado para hacerle compañía.

Si Alejo esta esperando ansiosamente que lleguen los perros de terapia ha acompañarle un rato, ha hacerle sentir cosa bellas: una caricia, un lenguetazo, un meneo de cola y una mirada tierna y fija.

Por qué no han llegado los perros pregunta. Repuesta, están próximos a llegar. Es que los están bañando muy bien, para que puedan estar aquí. Se están demorando… ya van a llegar…

Sus ojos entre el televisor y la puerta no dejan de moverse. No deja de estar ansioso por saber, cuál raza y que perro es el que le va a visitar. Todo es sorpresa… es mejor así, la vida debe estar llena de sorpresas y emociones, a veces cuando uno le advierten, la emoción de la vida cambia, y el suceso se vuelve frío. El sonido del timbre replica en la unidad… Alejo Grita… llegaron… llegaron… están aquí…

Es cierto. Han ingresado ya a la unidad. Cargados los traen para que no tengan contacto en ningún otro lugar por el momento… por que las condiciones de bioseguridad y las indicaciones de epidemiología lo exigen para esta actividad. Dos perros, un Welch Terrier por nombre Mizu y otra, la que impuso el trabajo, la experimentada de la acción, Ronna una Beagle que sabe que es lo que tiene que hacer… mimar a los niños y dejarse acariciar.

Buenos días… saludan las guías… buenos días, gritan los niños, habitantes ocasionales del lugar. Alejo con tono de hombre grande, grita más: Acuéstamela aquí, yo la quiero tocar… dicho y hecho, Adriana la guía empieza con Mizu, pero como es terrier, un poco inquieta de por sí, y claro apenas aprendiendo su quehacer… saca la lengua, menea la cola y como un juguete de cuerda se mueve lentamente sin causar problema alguno. Pero Alejo, dice le da susto, no le tiene confianza, esta sorprendido por que nunca había visto un perro que no se le cayera el pelo, duro y que cubría los ojos del animal. Es de pelo liso, le explican, y no hay problema por que nada te va a pasar.

Pero no… Alejo esta inquieto, y es el momento para Ronna, para super Ronna como la llaman los niños del lugar. Listo, un beso en la nariz, disimulando un lenguetazo inicial. Una mirada fija, un contacto visual y un entendimiento que hay que acompañar… mientras la quimioterapia se introduce por las venas y la aparente sensación de malestar se esconde por que le tiene miedo a los perros, entonces, Alejo se olvida de todo lo molesto y se pone a cantar… los pollitos dicen pio pio pio… cuando tienen hambre… y Ronna sorprendida por el canto, le busca para darle un beso en la mano. Risas y gritos de emoción… eso merece otra canción… la cucaracha ya no puede caminar… por que le falta algo para andar… y Ronna vuelve y hace lo mismo. Parece aplaudir de emoción, que alguien de cuatro años le dedique una canción…

Pero Alejo se reciente un poco. Hay cansancio e impresión, la quimioterapia ha acabado y ahora, líquidos por unas buenas horas más… pero eso no importa… acomódenmela bien… aquí a mi lado… para que me haga compañía dice…

Adriana, fielmente a seguir las indicaciones del niño y el perro, entiende el mensaje, Ronna sutilmente descansa entre las piernas del niño y el brazo de la silla. Está ahí, sintiendo como una mano suave le acaricia el lomo, como le toca las orejas y como la hace descansar… efecto perruno… ambos están relajados y ya poco se habla… Alejo ha empezado a dormitar.

Ronna y Alejo…una pareja sin par. Dormilones los dos están esperando que la vida les pueda dar mucho más. Para la primera, la sensación de llegar al hospital a laborar, vestida con chaleco especial y con ganas de hacer entender, que en el lenguaje y la comunicación, es mejor no preguntar: qué tienes o por que estas aquí, cuántos ciclos te faltan o cómo vas. Cómo esta el niño y si se va a curar… hemos visto que para Ronna es muy importante acompañar a alguien que lo necesita, aún más, en éste lugar. Y para Alejo, la emoción del día, le ha permitido sentirse bien, dejando a un lado los dolores y los miedos al estar sentado esperando que tengan que volverle a canalizar las venas… esta tranquilo, por que sabe que Ronna, la perra que a su lado está, lo esta cuidando de que nada le vaya a pasar…

Para finalizar… una canción bien bella, un beso de despedida, lenguetazo obligado y una frase que dice: “me quiere mucho, me ha dado un beso…”, y Adriana se retira con Mizu y Ronna, que ya han trabajado un buen rato… tres horas en una unidad de oncología pediátrica, siendo coadyuvantes al bienestar de los pacientes… bueno…hasta el viernes dentro de ocho días… vamos a ver quien vendrá…


No hay comentarios:

Publicar un comentario